domingo, 23 de noviembre de 2014

Dos amigos en un pequeño apuro

Dos amigos jugando llegan a un laboratorio secreto donde encuentran una máquina que por accidente encoge al niño hasta hacerlo del tamaño de una canica. Después de tratar de arreglarlo y no encontrar a nadie,la niña recoge a su amigo y le guarda dentro de su propia mochila para llevarlo a casa. El viaje en la mochila, que estaba muy desordenada, es aterrador, y el niño lo pasa fatal y no deja de llorar con todo moviéndose por todas partes. Cuando su amiga trata de sacarlo de la mochila, al estar tan desordenada no lo encuentra, y después de muchos intentos y muchas lágrimas, decide ir sacando las cosas una a una, dejándolas en su sitio. Gracias a eso al final puede encontrar a su amigo. Ambos aprenden la importancia de tener todo ordenado, incluso dentro de la mochila, y al día siguiente vuelven al laboratorio, donde un simpático inventor hace recuperar al niño su tamaño normal.

El cisne orgulloso

El cisne orgulloso
EL CISNE ORGULLOSO
En un maravilloso y precioso bosque, había un gran lago y dentro, y a su alrededor, vivían gran cantidad de animales de todo tipo.  De entre todos ellos destacaba un gran cisne blanco con unas plumas largas y brillantes, dotado de una belleza sin igual y que era considerado como el cisne más bello del mundo. Era tan bonito que había ganado todos los concursos de belleza a los que se había presentado, y eso hacía que cada vez se paseara más y más orgulloso, despreciando a todos los demás animales, e incluso se negaba a hablar con ellos, pues no estaba dispuesto a que lo viesen con animales que para el eran tan feos y desagradables. Era tal el grado de vanidad que tenía que los animales estaban hartos de él y un día un pequeño puercoespín se decidió a darle una buena lección.


Fue a ver al cisne, y delante de todos le dijo que no era tan bello, que si ganaba todos los concursos era porque los jurados estaban influenciados por su fama, y que todos sabían que él un pequeño puercoespín era más bello. Entonces el cisne se enfureció, y entre risas y desprecios le dijo “pero que tonterias estas diciendo, yo a tí te gano un concurso con el jurado que quieras”. "Vale, acepto, nos vemos el sábado", respondió el puercoespín, y dándose media vuelta se alejó muy orgulloso, sin dar tiempo al cisne a decir nada más.

Ese sábado, fue todo un acontecimiento en el bosque y todos fueron a ver el concurso, el cisne se lavó en el lago con gran cuidado y cuando se secó sus plumas blancas relucían como el mismísimo sol. El cisne marchaba confiada y terriblemente altivo, hasta que vio quiénes formaban el jurado: comadrejas, hamsters, ratones y un tejón. Rápidamente entendió que la belleza dependía de quien la mirara y que ese feo puercoespín para los animales que formaban el jurado era muy bello pues era parecido a ellos, y que él con toda su majestuosidad no les resultaba mínimamente atractivo, por lo que el puercoespín ganó el concurso claramente, dejando al cisne lloroso y humillado, pero aprendiendo una lección que nunca olvidaría, y a partir de ese momento fue amable con todos los animales, hablando con ellos y ayudándoles en lo que podía.
Con todo esto el cisne y el puercoespín se hicieron grandes amigos y era frecuente verlos pasear o riendo sentados en la orilla del lago. Un día los animales se reunieron y le dijeron al cine que había ganado un nuevo concurso, uno que le hizo más feliz y del que estuvo más orgulloso, que de todos los demás que había ganado antes:el premio a la humildad.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

El hada muérdago


El hada Muérdago es pequeña, muy pequeña. Viste de verde y rojo y, cuando se siente  especialmente entusiasmada o nerviosa, agita sin parar sus hermosas y centelleantes alas de color dorado.
El hada Muérdago es graciosa, muy graciosa y también divertida, alegre y bulliciosa pero, sobre todo, es una de las hadas más responsables y sensatas de todo el bosque mágico lo cual motivó -hace  ya muchos, muchos años- que el Consejo Supremo de las Hadas decidiera nombrarla Guardiana de la Magia de la Navidad. Una gran elección, sin duda. Ni un sólo año, desde que ella se hizo cargo del asunto, ha faltado la Navidad en nuestro mundo.
Bueno, hubo cierta vez en que casi, casi nos quedamos sin ella. Pero sólo casi.
Cada año, la pequeña Muérdago, días antes de emprender el vuelo para esparcir la magia por todo el mundo, inspeccionaba el cofre donde la guardaba -bajo siete llaves y siete candados- para asegurarse de que todo estuviera en perfectas condiciones, le quitaba un poco el polvo, le daba brillo y la dejaba lista para el gran día. Pero ese triste año, Muérdago se llevó una gran -y desagradable- sorpresa:  la preciosa cajita había desaparecido. Puf. No estaba en su sitio. Puf. Se había esfumado. Puf. Se había evaporado.
Muérdago primero se sorprendió. Después se enfadó. Luego se asustó. Por último se inquietó, agitó sus alas con nerviosismo y  se mordió las uñas mientras pensaba en dónde podía estar el arca.
Recorrió su casa-abeto de arriba  abajo, de abajo  arriba, de derecha a izquierda, de izquierda a derecha. Nada.
Miró bajo la cama,  las sillas,  las mesas, la cocina, las alfombras y hasta bajo los jarrones. Nada.
Miró en las macetas, las ollas, los armarios, entre las sábanas e, incluso, en la bañera. Nada.
Buscó en las copas más altas de los árboles más altos. Nada.
Buscó entre las hojas al pie de cada árbol. Nada.
Husmeó en guaridas, madrigueras y cubiles. Nada.
Recorrió el bosque mágico de norte a sur y de este a oeste. Escudriñó cada rincón y bajo cada planta y animal. Nada.
La pobre Muérdago se sentía cada vez más triste y desesperada. Si no encontraba pronto la caja no habría magia, no habría luces de colores, no habría canciones, no habría brillantes adornos, no habría árboles decorados, no habría reuniones familiares, ni regalos, ni niños sonrientes…
El hada lloraba con enorme desconsuelo. Era la primera vez que fallaba en su importante misión. ¿Cómo iba a explicarlo ante el Consejo Supremo? ¿Y qué iba a ser de los niños? ¿Cómo iba a mirar a la cara a los habitantes del bosque? ¿Qué sería de los niños? ¿Quién se habría llevado la cajita? ¿Y qué iba a ser de los niños? (Como se puede comprobar a Muérdago le preocupaban mucho los niños…).
No había tiempo de ponerse a investigar. La Navidad estaba a la vuelta de la esquina, tenía que encontrar una solución pronto. Y, mientras le daba vueltas al asunto y pensaba en las caras llenas de ilusión de los niños, a Muérdago se le ocurrió una idea. En un instante tuvo claro lo que debía hacer.
¿Cómo no se le había ocurrido antes? La respuesta estaba en los niños. Por supuesto.
Daba igual que no encontrara la cajita. La magia que guardaba en ella no era la importante, la verdadera magia, la que contaba, era la que guardaban los niños durante todo el año en sus corazones.
Ellos eran los auténticos cofres mágicos.
Muérdago saltó, bailó y cantó llena de alegría. Agitó sus doradas alas y, alzando el vuelo, puso rumbo a nuestro mundo, para recoger la magia infantil y luego repartirla por todos los corazones adultos del mundo.
De sus  sonrisas tomó la luz, de sus voces la música, de sus ojos el brillo mágico,  de sus abrazos el calor, de sus sueños la ilusión, de su corazón el amor. Fue de aquí para allá, recolectando un poco de cada niño y, cuando hubo reunido una considerable cantidad de magia volvió a sobrevolar el mundo dejándola caer sobre pueblos y ciudades, sobre cada casa y cada edificio. Y, a su paso, todo cobraba color y calor.
A partir de entonces, Muérdago, dejó de guardar la magia navideña en una cajita escondida en su casa-abeto en lo profundo del bosque mágico. No lo necesitaba. Tenía una fuente inagotable de magia en los cálidos corazones de los niños.
Ah, nadie supo jamás quién o qué hizo desaparecer la caja mágica aunque cuentan de cierto viejo y gruñón dragón al que, aquel año, se le vio sonreír más de lo habitual y llevar unos curiosos y brillantes adornos en sus alas pero, bueno, eso es otra historia bien diferente.
Igual la cuento otro día…

viernes, 23 de agosto de 2013


    * Haz tu cuento  y envialo a  este email: camilasantigarmal@gmail.com  y sera  publicado aqui.




   
   
            

martes, 30 de julio de 2013

El samurai y los tres gatos


Un samurai tenia problemas a causa de un raton que habia decidido compartir su habitacion. Alguien le dijo: Necesitas un gato. Busco uno en el vecindario y lo encontro: era un gato impresionante, hermoso y fuerte. Pero el raton era mas listo que el gato y se burlaba de su fuerza.
El samurai adopto un segundo gato, muy astuto. Desconfiado, el raton solo aparecia cuando aquel se dormia.
Entonces le trajeron al samurai el gato de un templo zen.
Tenia aspecto distraido, era mediocre y parecia siempre soñoliento. El samurai penso: no sera este el que me librara del raton.
Sin embargo, el gato, siempre soñoliento e indiferente, pronto dejo de inspirar precauciones al raton, que pasaba junto a el sin apenas hacerle caso. Un dia, subitamente, de un zarpazo, lo atrapo.
Por Taisen Deshimaru. Del libro "La practica del zen" en Ediciones Kairos.

El saco de piojo

Autor: Desconocido
EL SACO DE PIOJO
Había un rey que tenía una hija. Un día en que estaba la reina peinando a la princes, le encontró un piojo en el cabello.
- Mira padre, - dijo la princesa, - el piojo que me ha encontrado mamá en el cabello.
- ¡No lo mates! - exclamó el rey, - vamos a meterlo en un frasco. Tengo curiosidad de ver que tan grande puede crecer un piojo alimentado de sangre real.
Metió el rey al piojo en un frasco, y de cuando en cuando lo dejaba alimentarse de la sangre real de la princesa, dejándolo en la cabeza de la niña algunas horas.
Creció el piojo tan grande que el rey tuvo que meter en una barrica. Siguió alimentándolo la princesa y el piojo siguió creciendo hasta que el rey se vió obligado a sacarlo de la barrica y a meterlo en un tonel. Por fín cuando ya no cabía en el tonel, lo tuvo que matar.
Mandó curtir la piel del piojo y ordenó al sastre real que le hiciera un saco del cuero. Cuando estuvo terminado el saco, el rey hacía la misma pregunta a toda la gente: - Adivínenme de qué animal es la piel de mi saco.
Unos decían que de res, otros de venado, pero nadie podía atinar.
Por fín, hizo pregonar el monarca por todo su reino, que el que advinara de qué animal provenía la piel de su saco, se casaría con la princesa.
De muchas partes vinieron gentes a examinar el saco, pero nadie pudo acertar de qué animal era la piel del saco del rey.
Un día llegó un pastor a la ciudad trayendo su rebaño para venderlo en el mercado. Decidió conocer la ciudad y se echó a caminar. Después de mucho andar llegó al palacio del rey. Cansado se reclinó en la pared del jardín. Torció un cigarrillo y mientras fumaba, oyó que alguién hablaba en el jardín.
Era el rey que platicaba con la reina, y le decía: - Yo creo que nadie va a adivinar que mi saco esta hecho de piel de piojo.
Tan pronto como oyó esto, el pastor se alejó, pensando, ahora si que me puedo casar con la princesa.
Al día siguiente se fué el pastor al palacio y pidió audiencia para ver al rey. Cuando estuvo frente al monarca, le dijo: - Señor vengo a ver si adivino de qué piel está hecho su saco.
- Adivina, - dijo el rey.
- Señor, - contestó el pastor, - esta hecho de piel de piojo.
- ¡Lo has adivinado! - gritó el rey.
Y mandó que se celebraran las bodas del pastor y de la princesa lo más pronto posible.
FIN

viernes, 12 de julio de 2013

Peter Pan

Había una vez una niña muy buena llamada Wendy, que tenía tres hermanitos, y para que éstos se durmieran solía contarles historias muy bonitas. La noche en que comienza nuestro cuento les contaba las aventuras de Peter Pan.

-....Y siempre está haciendo buenas obras, y sabe volar, y le acompaña Campanita, que es una niña con alas de mariposa, tan pequeña que cabe en la palma de la mano, y además vive en un país maravilloso, que se llama la isla de Nunca Jamás.

-¡Ay Wendy......! Cuánto me gustaría poder viajar con él y no tenerme que dormir ahora, y mañana madrugar para ir al colegio.
-Y a mi también......yo no quiero estar aquí.
-Pero ¡será posible que todavía estéis despiertos, vamos todos a la cama!, y tú Wendy, por favor, no les cuentes más cosas. ¡Ala, buenas noches, un beso a los cuatro y a dormir!
-Buenas noches papaíto.
-Oíd, ¿Estáis viendo lo que veo yo? Hay alguien en la ventana.....Si son Peter Pan y Campanita..........
-Hola a todos, he oído que no queríais dormir y que os gustaría visitar con nosotros la isla de Nunca Jamás.
-¡Sí.....sí......!
-Muy bien. Campanita, échales un poquito de tu polvo mágico.

Y campanita, la niña mariposa, sacudió un poco sus alas, y en un instante los niños se encontraban volando junto a ella y a Peter Pan.

-¡Mirad, mirad que pequeñita se ve nuestra casa desde el aire!
-Pues yo veo por allí acercarse una isla.....¡Uy, qué bonita!
-Esa es la isla de Nunca Jamás. En cuanto aterricemos, Campanita, llevas a los niños al árbol de la alegría, mientras yo voy a dar una vuelta por los alrededores del barco del capitán Garfio por si ha hecho alguna de las suyas.
-Está bien Peter Pan.

Peter Pan, nada más llegar, se acercó a vigilar la goleta del capitán Garfio. Éste era un pirata malísimo y gran enemigo de Peter Pan, desde que por su culpa, según contaba él, le había comido una mano un cocodrilo que siempre le perseguía. En lugar de la mano, llevaba un garfio, y por eso le llamaban así. Cuando Peter Pan avistó el barco, enseguida comprendió que algo extraño ocurría, se acercó un poco más y lo que vio lo llenó de asombro.

-¡Dios mío, ha raptado a Flor Silvestre, la princesa india! Seguramente querrá sonsacarle donde está mi escondite. Iré inmediatamente a rescatarla del garfio de ese tunante.
-¡Atención se acerca Peter Pan! ¡Socorro!
-¡Al ataque! ¡Socorro!
-¡Vamos! ¡Acabemos con él!
-Dejádmelo a mí, yo lo atraparé. No te escaparás Peter Pan.....jajaja.
El capitán Garfio lanzó un terrible mandoble sobre Peter Pan, pero éste lo esquivó y en un momento desarmó al malvado pirata.

-¡Tú si que estás listo, quieto!, si das un paso más caerás al agua y allí está tu amiguito el cocodrilo esperándote. Vamos ríndete.
-Me rindo, me rindo......¡Maldita sea!

Entonces Peter Pan, tomó en sus brazos a la princesa india y se alejó volando del barco de los piratas para llevarla a su campamento. La princesa y su padre, el gran jefe, agradecieron tanto lo que había hecho, que lo invitaron a él y a sus amiguitos a una gran fiesta en el poblado.

-Después de esta fiesta os mostraré la isla, ¿Eh Wendy, qué os parece?
-Estupendo, gracias Peter Pan.
-Vives en un país maravilloso.

Y así fue, fueron todos juntos a recorrer la isla. Comían sus frutos, se bañaban en sus playas, y jugaban cuanto querían......Todos lo pasaban sensacional, menos campanita, que estaba toda enfurruñada porque tenía celos de Wendy.

-Desde que han venido los niños sólo tiene ojos para Wendy, y a mi no me hace caso, ¡Qué desgraciada soy!.

Tanto lloraba y tan clara se oía su voz por el bosque que su pena llegó a oídos del Capitán Garfio, y éste decidió raptarla, para ver si por rabia, le decía donde podría encontrar a Peter Pan. -¡Id ahora mismo, tú “ojo oblicuo” y “tú poco pelo” a raptar a Campanita, y que no se haga de noche sin que hayáis cumplido mi orden! ¿Entendido?. -Sí, sí jefe, seguro que la traeremos.

Mucho trabajo les costó a “ojo oblicuo” y “poco pelo” capturar a Campanita que volaba muy bien. Pero en un momento de descuido se hicieron con ella utilizando un cazamariposas. Enseguida se la llevaron al capitán que se puso contentísimo al verla.

-¡Jajaja, jajaja! Aquí tenemos a Campanita bien agarradita......jajaja......me han dicho que últimamente Peter Pan no te hace mucho caso ¿verdad?.
-Pues no mucho la verdad.......como está enseñando la isla de Nunca Jamás a los niños......
-Pues ¿sabes una cosa Campanita? Eso puedo yo arreglarlo, si tú me dices dónde vive Peter Pan, yo te prometo separar a los niños de él......jajaja.....
-Pero ¿promete usted también no hacer daño a Peter Pan, Capitán Garfio?
-Claro querida Campanita......prometo no hacerle daño yo personalmente.
-Bueno siendo así.........el escondite de Peter Pan es en el árbol de la alegría, mire en este mapa de la isla, ¿ve? Aquí.

El Capitán Garfio dio un salto entusiasmado, y metiendo a Campanita en un farol para que no pudiera escapar, se puso a dar órdenes a sus hombres:

-Tú “poco pelo” vas a ir inmediatamente al árbol de la alegría y dejas allí este paquete. Ten mucho cuidado que es una bomba que estallará a las 12 en punto. Así que vete rápidamente, ¡vamos, vamos!.

Eran las 11 y media cuando “poco pelo” depositó el paquete en casa de Peter Pan. A las 12 menos cuarto, llegó éste con los niños y al ver el paquete lo cogió y leyó en él: “No abrir hasta las doce en punto” y firmaba Campanita.

-Vaya, un regalo de Campanita, parece que suena algo dentro. Ahhhh, me da la impresión de que es un reloj, ¡qué bien!, pero hasta las 12 no puedo abrirlo, esperaré.
Mientras tanto, Campanita, que había oído toda la terrible maquinación del Capitán Garfio contra Peter Pan, estaba nerviosísima, intentando salir del farol donde la había encerrado el pirata.

-Tengo que avisar a Peter Pan, si no salgo de aquí estallará la bomba y morirán todos. Tengo que escapar como sea.

Tanta era su desesperación que rompió el farol y voló tan rápido como pudo hacia el árbol de la alegría. Faltaban sólo unos segundos para las doce. Campanita se lanzó empicada hacia el paquete que Peter Pan sostenía en sus manos y arrebatándoselo lo lanzó todo lejos que pudo.

-Pero Campanita, ¿qué ocurre, porque has hecho eso, porque explota el paquete como una bomba? No entiendo nada.
-Era todo un plan para mataros, era una bomba de verdad, preparada por el Capitán Garfio que me raptó. Yo por celos de Wendy le dije donde vivías. Por favor, Peter Pan, te pido que me perdones, he podido mataros a todos.

-¡Claro que estás perdonada! Si no es por tu rapidez, no sé lo qué hubiera pasado. Ahora hay que ir y darle su medicina al Capitán Garfio.

En un instante se plantó Peter Pan en el barco de los piratas y se los encontró a todos cantando:

-“........Ahora podremos hacer muchísimas más fechorías, porque el tema de Peter Pan ha pasado a mejor vida....... ahora podremos hacer muchísimas más fechorías, porque el tema de Peter Pan ha pasado a mejor vida.......”
-¡Atención, se acerca Peter Pan!.
-¡Eh, maldición, está vivo, a él piratas, no lo dejéis escapar!

Esta vez, Peter Pan, luchaba con la fuerza de un ejército entero, y especialmente luchaba contra el Capitán Garfio que estaba empeñado en empujarlo hacia el agua, donde esperaba el cocodrilo con su enorme boca abierta.

-¡Ah.....Peter Pan, esta vez acabaré contigo, ya estoy harto de que me estropees todos mis planes....!
Estaba diciendo esto cuando tropezó con una soga y cayó al agua.

-¡Socorro, socorro, auxiliooooooo, ahhh, que se me come el cocodrilo....!

Y efectivamente, el cocodrilo que estaba esperando la primera ocasión no tardó ni un segundo en merendarse al Capitán con garfio y todo. Los piratas, al ver esto, se rieron.

-Por favor, Peter Pan, no nos hagas nada a nosotros. Perdónanos y te prometemos cambiar de vida y ser buenos de ahora en adelante.
-Está bien, así sea.

Y los piratas se marcharon y no volvieron a hacer de las suyas. Peter Pan se reunió con los niños, y todos decidieron volver a su casa para que sus padres no se preocuparan por la tardanza. Así lo hicieron, pero había sido una aventura tan bonita la que vivieron con Peter Pan, que nunca la olvidaron en su vida, así que se la contaron a sus hijos cuando los tuvieron, y éstos a sus hijos, y éstos a los suyos, y éstos a los suyos